IMPORTANTE

La entrada que esta entre el 6 y el 7 capitulo tambien es un capitulo! es como la sgunda parte del 6.

viernes, 25 de junio de 2010

Capitulo 15 :)

Pip, pip, pip… pip, pip, pip… ¡pip, pip, pip! Con la mano tanteé en la mesita y cuando noté algo rectangular lo cogí y con los ojos medios cerrados apagué el despertador del móvil. Volví a acostarme y me tapé con las mantas. En el mismo momento en que apoyé la cabeza sobre la almohada me acordé de que era lunes y tocaba instituto. Lo que me faltaba. Me levanté con desgana y me estiré intentando despertarme. Entraba poca luz por la ventana, ya que la persiana estaba echada. Con pesadez me puse en pie y empecé a vestirme, casi sin prestar atención. Pantalón, camisa, converse, mochila, libros, estuche… Iba moviéndome casi por inercia. Estaba pensando en el instituto y si alguien sabría de lo que realmente me había hecho ir al hospital.
Al salir al pasillo vi como había bastante revuelo. Chicas poniéndose los últimos retoques en el maquillaje, ni que fuéramos a la discoteca, niñas corriendo porque alguien les había quitado su lápiz de colores, niños que gritaban por qué no encontraban su estuche y cosas por el estilo. Al llegar a la segunda planta me paré delante de una puerta en particular y empecé a aporrearla.
- ¡Lucas, levántate!
La única respuesta fue un gruñido al cabo de dos minutos.
- Lucas, como no te levantes entraré. Me la suda si estas en pelotas.
Otro gruñido, esta vez más fuerte. Se oyó como en el interior de la habitación algo se levantaba de la cama y ruidos de ropa tirada por ahí.
- ¡Te espero abajo!
No tenía mucha paciencia, menos un lunes. Los odiaba. Al salir a la entrada el aire me dio de lleno y me relajó un poco, solo un poco. Vi salir a la calle a Irina y sus dos chupaculos. Por suerte se habían adelantado y no tendría que aguantarlas todo el camino hasta el instituto, ni tampoco tendría que aguantar sus continuos babeos por Lucas, mira que podían llegar a ser penosas. En unos tres minutos más bajó Lucas y nos pusimos en camino.
El instituto al que íbamos no quedaba muy lejos del orfanato, quizás estaba a unos diez o quince minutos. Era bastante grande, publico y también estaba algo hecho mierda. Algún azulejo que otro se caía de las paredes y casi todas las ventanas se atrancaban, además del pabellón, que seguro que era de la post-guerra, que teníamos por gimnasio. En el instituto pasaban bastante de nosotros, así que básicamente hacíamos lo que nos salía de los cojones.
Cuando llegamos vimos que casi todos aun estaban por los pasillos hablando o por el patio fumando. Unos cuantos nos saludaron con un cabezazo y otros cuantos nos miraban con odio, pero nada más. Lucas me acompañó a mi clase y se fue a la suya. El iba un curso por delante de mí. Yo iba a 1º de Bachiller, él a 2º, Lucas era bastante inteligente pero simplemente había pasado de seguir estudiando, si seguían yendo al instituto era solamente porque en el orfanato nos obligaban.
Al entrar en mi clase bastante caras se giraron para mirarme, la mayoría eran tíos salidos, la minoría eran tías con ganas de cotillear. Saludé a unos cuantos y me dirigí directamente a mí sitio.
- Señorita Alameda, ¿Se encuentra mejor?
- Si.
La clase siguió su curso. Terminó de pasar lista y se puso a hablar de la vida de Aristóteles y Kant, de su relación con la ética y todo eso. Joder, nunca me había gustado filosofía. Hasta una enciclopedia era más entretenida que esa clase.
Los minutos pasaban como horas, hasta las nubes parecían ir más lentas. Después de filosofía, vinieron las matemáticas y después historia del mundo contemporáneo.
Al sonar el timbre guardé las cosas en la mochila y me levanté para salir al patio. Cuando iba por el pasillo hacia la cafetería vi como la directora del instituto venia hacia mí. Mi mente empezó a relacionar ideas. De momento no había hecho nada malo, de momento, así que por lo único que podría interesarse por mi seria si el director del orfanato le hubiera contado lo de mi intento de suicidio frustrado y, naturalmente, yo no quería hablar de eso, menos aun con esa tipa. Miré rápidamente a mí alrededor y me metí en la primera puerta que pillé. Esperé unos segundos a ver si entraba alguien, pero nada. Me giré. Entonces una mueca de incredulidad se hizo patente en mi cara.
Era el váter de los tíos.
Apoyados en la pared había seis chicos, todos fumando, y en una de las cabinas había otro meando. Los que estaban fuera me estaban mirando bastante alucinados. Uno hasta estaba con el mechero a medio camino de encender el cigarro que el chico llevaba en la boca. Reconocí la cara de uno, ya que era amigo de Lucas.
- ¿Ariadna?
- Eh, hola Isaac.
Los que iban con él se giraron para mirarle. Todos nos conocíamos de vista en el instituto. Por lo que todos los que estaban allí nos conocíamos, pero nunca habíamos hablado. La verdad es que yo no solía hablar con nadie. Así que era bastante normal que los amigos de Isaac se extrañaran de que habláramos.
- Esto es el váter de los chicos… - dijo Isaac titubeando.
- ¿No me jodas? – dije como si me sorprendiera de verdad y no fuera sarcasmo el tono de mi voz.
Ellos empezaron a reírse. En ese momento la puerta que daba al pasillo se abrió y Lucas apareció por ella. Cuando me miró, abrió los ojos y sin decir nada miró a los chicos que estaban detrás de mí, volvió la mirada a mí y después miró el cartelito que estaba al lado de la puerta, en la que se veía el dibujo que indicaba que el baño era para hombres y me volvió a mirar.
- Ari… no sé si te habías fijado en que…
- Este es el baño de tíos. - le corté – Ya, ya lo sé. Me he fijado.
Añadí mientras apuntaba a los que estaban detrás de mí. Nos quedamos hablando un rato con ellos. Más bien, el único que hablaba era Lucas. Yo nunca había sido muy sociable. No confiaba demasiado en la gente.
Mientras ellos hablaban yo me aburría, y pensar en las siguientes tres horas que me tocarían aguantar era mucho, mucho peor. Lo que más me apetecía en ese momento era escaparme e ir a hacer algún graffiti. Por lo menos eso era mucho mejor que estar aguantando la clase de Literatura. Además de que tenía que recoger los espráis que le había pedido el día anterior a Ángel.
Sin pensarlo dos veces me levanté y le dije a Lucas que nos veríamos en la hora de la comida en el orfanato.

Caminaba por la calle en dirección a casa de Ángel. No me había costado demasiado escaparme. Tan solo había tenido que saltar la valla de hierro. Aun hacia bastante frio, bastante comprensible, estábamos en marzo. Cuando estaba cerca de la casa de Ángel empecé a fijarme más a mí alrededor por si veía a alguien del orfanato, ya que este estaba cerca, tan solo a varios minutos. Al llegar a la puerta de la casa me envolví más aun en mi chaqueta y llamé al timbre. Al cabo de un minuto la puerta se abrió. En el marco apareció una mujer de estatura media-baja, con el pelo canoso y los ojos verdes apagados, como si hubieran visto muchas desgracias.
- Hola Encarna ¿Esta Ángel en casa?
La mujer me miró y me reconoció, entonces sonrió y se hizo a un lado de la puerta.
- Hola hija. Pasa, está en su habitación.
Pasé al interior de la casa y fui hasta la habitación. Había ido varias veces y conocía donde estaba todo en esa casa. Llamé a la puerta y entré directamente. Ángel siempre me había dicho que yo tenía entrada libre a su casa. La habitación estaba hecha un desastre, ropa por el suelo, papeles encima de la mesa, un cenicero en la silla y en el aire olor a cigarro. Encima de la cama estaba Ángel acostado. Me acerqué a su lado y empecé a zarandearlo hasta que se despertó. Poco a poco abrió los ojos y me miró a los ojos intentando reconocerme. Cuando me reconoció se levantó y me saludo con una cabezada.
- Ey Ariadna… - tenia la voz ronca de haber dormido – Vienes a por los espráis ¿No?
- Si.
Él se giró y se puso a buscar entre sus cosas.
- Ya te vale. Podrías arreglar tu habitación de una puta vez, cada vez que vengo está peor. – le dije frunciendo el ceño.
Solo se rió y siguió buscando. En unos momentos sacó de debajo de un montón de ropa cinco espráis. Se volvió hacia mí y me los dio. Negro, fucsia, rojo, blanco y azul.
- Gracias.
- De nada. Ya sabes que siempre puedo conseguir más.
- Ya.
- ¿Vas a pintar ahora?
- Si, Lucas me dijo que había una zona donde se puede pintar.
- Ah, creo que sé donde dices… de todas formas, ten cuidado, he oído que a veces Richi y los suyos van por ahí.
- Ya, me dijo Tony que buscan pelea.
Estaba serio, algo bastante raro en él.
- No creo que te quieran pegar a ti, - le miré interrogante – si eres chica…
- ¿Perdona?
- ¡No! No quiero decir que seas débil – dijo para calmarme – pero es más fácil que fueran a por ti si fueras un tío. Creo que si te los encontraras como mucho te darían algún susto.
- Me la suda, ladran más que muerden.

Casi tenía el graffiti terminado. Había dibujado un ángel negro. En una de las alas negras destacaba mi firma, la estrella de cinco puntas fucsia.
Lucas tenía razón, era un buen lugar para pintar. Era una fábrica con las paredes blancas, además estaba por las afueras así que había menos riesgo de que pasara la policía.
Eran casi las dos del mediodía y ya iba siendo hora de que me largara al orfanato a comer. Nada mas lo pensé ya me estaban llamando al móvil.
- Ari, vente ya al orfanato – era la voz de Lucas.
- Si, espera.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
- ¿Dónde estás?
- En la fabrica aquella que me dijiste esta mañana.
Iba a girarme para coger mi mochila cuando vi a gente viniendo.
Eran Richi y estos. Venían caminando sobrados de sí mismos.