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La entrada que esta entre el 6 y el 7 capitulo tambien es un capitulo! es como la sgunda parte del 6.

martes, 4 de enero de 2011

Capitulo 21 :)

Cerré los ojos y aspiré el aire con fuerza. Al abrir los ojos ya no veía el tribal, pero lo recordaba igual de nítido que en el sueño. Caminé hasta la cama y me acosté. Boca arriba, sin taparme. Miré el despertador. Las cinco y media brillaban con una luz verde fosforito que destacaba en la oscuridad. Sabía que por muy tarde que fuera no me iba a volver a dormir.

¿Qué significaba realmente ese sueño? Ese tatuaje no me sonaba de nada, no se lo había visto a nadie, aunque quizás… podría ser… ¿Un recuerdo recuperado? Sonaba una gilipollez, pero a lo mejor no lo era. Puede que sí que hubiera visto ese tatuaje, aquella noche. Y quizás lo había olvidado. Realmente en aquel momento estaba muy aterrorizada como para acordarme de cada detalle. Y el hombre del tatuaje estaba en el mismo sitio en que mataron a mis padres.

Mi corazón aun latía rápidamente. Respiré hondo, intentando tranquilizarme un poco. Si el asesino de mis padres llevaba un tribal tatuado en la nuca de verdad… estaba claro lo que tenía que hacer. Tenía que… necesitaba encontrarlo.

Nunca había podido ver sus caras. La policía archivó y cerró el caso, por falta de pruebas. No se esforzaron ni lo intentaron lo suficiente, cerraron el caso en tan solo dos meses al no encontrar nada. Y nadie hizo nada por impedirlo. Nadie se preocupó por ello. En ese momento el dicho <> me pareció más bueno que nunca.
Intenté no pensar en nada durante algunos segundos, pero eso solo sirvió para que la rabia y la impotencia salieran a flote. Ahogando un grito le di un puñetazo a la cama.

Me levanté y me dirigí rápidamente a la ducha. Abrí el agua y la puse para que se fuera poniendo fría. Mientras me desnudé. Al meterme en la ducha el agua helada hizo que los músculos se me contrajeran. El frio me calaba con rapidez y eso hizo que mi mente se despejará y dejara de pensar. El agua me recorría toda y la piel se erizaba a su paso. Al cerrar los ojos para disfrutar, solo podía ver el tatuaje, nítido y brillante.

Salí de la ducha castañeando los dientes. Me envolví en una toalla y me sequé el pelo con otra más pequeña. Me vestí con unos vaqueros pitillo y una sudadera blanca, grande y calentita, y lo mejor, de manga larga de zapatos me puse unas deportivas blancas que eran cómodas. Fui al baño para peinarme, pero al llegar al lavamanos sonreí amargamente.

No había espejo.

Lo había olvidado. Tendría que decirle al director que me pusiera otro. Y con el pelo, pues lo dejaría que se secara al aire.
Miré el reloj, las seis y diez.

No quería estar ahí, encerrada entre esas cuatro paredes. Cogí la mochila con las cosas del instituto y salí de la habitación, cerrando la puerta suavemente.

Al llegar a la calle, el aire frio me dio en la cara. Cerré los ojos disfrutando unos segundos de la sensación. Siempre me había gustado el frio, el invierno y la nieve, los prefería mil veces al calor asfixiante del verano. El frio me hacía pensar y me hacía sentir bien. Era refrescante, demasiado.

La calle del orfanato no era una de las mas importantes de la cudad, pero aun asi estaba demasiado solitaria. El sol aun no habia salido y las farolas aun estaban encendidas, provocando que en el suelo se formaran circulos de luz mas intensa que a su alrededor. No se oian coches, despertadores o voces. El aire corria con rapidez, impactando en las paredes, los coches, en mi y encualquier obstaculo que saliera a su paso. Daba la impresión de que la misma calle estaba nostalgica, triste de recordar todos esos momentos que habia ocurrido en su asfalto y en sus aceras. Comienzos de amistades sinceras, finales de romances inolvidables, rencores ya arraigados en el pasado, maravillosas alegrias, tristezas de niños huerfanos, curiosidad de los niños que ven a los huerfanos y se preguntan ¿Cómo puede ser que no tengan padres? , inicios de un adolecente problemático en el mal camino, reconciliaciones emotivas… miles de momento que esa calle siempre guardará para si misma.

Empecé a caminar, sin rumbo fijo. Con la mente en blanco.
No pensaba en nada. No quería pensar en nada. En ese momento de lo que mas tenia ganas era de escapar de ahí y poder largarme a otro lugar. Sin preocupaciones, sin padres muertos, sin bandas, sin asesinos y asesinatos, sin orfanatos, sin heridas, sin dolor. Pero desgraciadamente ese lugar no exisitía, ha existido o existirá jamás. Esa era la puta realidad. Siempre nos toca jodernos.

Queria sentirme libre, joder. Sin ataduras.

Empecé a correr. A la maxima velocidad que podía. Sin fijarme por donde iba, solo corriendo y guiandome por mis instintos.

Empecé a frenar cuando los pinchazos en mis costillas eran insoportables. El flato me hizo doblarme en dos y cerrar los ojos para poder soportar mejor el dolor sin tener que ahcer mcuho ruido. El tiempo pasado en el hospital aun me pasaba factura. Aspiré aire muy hondo y jadeédurante un minuto más. Hasta que el dolor fue desapreciendo y me pude volvera poner recta.

Abri los ojos con asombro al darme cuenta de donde estaba. Una pequeña sonrisa se fue dibujando en mi cara al recordar aquellos momentos pasados. Me fui acercando poco a poco y me senté en el columpio que habia al medio del parque.

Aquel parque donde conocí a Carlos hacía casi dos años.

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