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La entrada que esta entre el 6 y el 7 capitulo tambien es un capitulo! es como la sgunda parte del 6.

jueves, 13 de mayo de 2010

CAPITLO 10

13 de abril de 2002, había sido un día agotador, por la mañana mi madre me había llevado a la peluquería tenían una importante comida con los vecinos del barrio y algunos empresarios importantes. Nunca me habían gustado mucho esas reuniones, siempre estaban hablando de cosas de mayores y no me prestaban atención, para eso prefería encerrarme en mi habitación a dibujar o a jugar con mis muñecas nuevas. De todas formas sabia que cuando volviéramos a casa mi madre me recompensaría de alguna manera, eso sí, por la noche, por la tarde seguramente tendrían que ir a visitar a algún amigo que se había comprado una mansión nueva o que había ganado recientemente una suma considerable de dinero gracias a las inversiones en bolsa. Cuando llegamos a casa serian sobre las once de la noche, y aunque al ser una niña tan pequeña tendría que estar muerta de sueña, la verdad es que yo no lograba dormir sin que antes alguno de mis padres no me contara una buena historia, de princesas atrapadas en una alta torre, custodiada por un dragón que echaba fuego por la boca, mientras que la princesa esperaba a un apuesto príncipe azul que la salvaría y la protegería de todo peligro. Esa noche sin embargo mis padres no me leyeron nada, así que yo misma me cogí un cuento para leer. Llevaba como veinte minutos cuando oí ruidos en el jardín, quizás podría ser el perro de los Estellés, los vecinos, que siempre estaba haciendo ruido, sin embargo había algo raro, el perro siempre solía ladrar, esa vez no estaba ladrando. Mi curiosidad aumentó al oír más ruidos, así que me asomé al corredor. No oía a mis padres y eso hizo que empezara a tener miedo. Al cabo de cinco minutos de no moverme del sitio esperando algún indicio de que mis padres seguían en el salón oí pasos apresurados, casi dados con pánico. Por el hueco de la escalera aparecieron mis padres con cara de terror ni siquiera se frenaron al verme, mi padre me cogió en brazos y entramos a mi habitación. Al dejarme mi padre en el suelo, mi madre me abrazó.
- Hija, tienes que esconderte ¿entiendes?
- ¿Por qué? ¿Vamos a jugar al escondite? – dije ilusionada, aquel siempre había sido mi juego favorito.
- Si – dijo rápidamente mi padre – Cariño vais a jugar mama y tu contra mí, yo pagaré.

Me giré y le sonreí a mi madre divertida, ella intento devolverme una sonrisa, pero lo que le salió fue más bien una mueca de angustia.

En la ignorancia propia de la infancia no se me ocurrió ni por un momento que no era normal que mis padres quisieran ponerse a jugar al escondite casi a medianoche, menos aun cuando ellos eran todos unos fanáticos de los buenos modales y las costumbres de toda la vida, por lo que ellos creían que una niña pequeña tenía que irse a dormir como muy tarde a las once.

Mi madre se puso el dedo en la boca diciéndome que callara y no hiciera ruido, claramente yo creía que se refería a mi padre que en ese momento estaba de espaldas a nosotras “contando”. Me cogió de la mano y giró la cabeza repetidas veces buscando un buen sitio para escondernos. Al final se quedó mirando el gran armario que había en la pared de la izquierda y abrió. La ropa ocupaba mucho espacio, mi madre, una amiga suya y yo nos íbamos de compras cada miércoles por la tarde. Mi madre no perdió tiempo y empujó toda la ropa haciendo que quedara un pequeño hueco a un lado.
- Mi vida, metete ahí, y pon delante de ti el abrigo blanco, así papa no te verá ¿Vale? – le asentí, ella no hacía más que mirarme con ternura y miedo, sobretodo miedo - por favor, no salgas por nada del mundo ¡No lo hagas! Júralo por tu padre y por mí. – Su tono me dio miedo, pero lo juré.
- Lo juro mami, no saldré del armario.

Me dio un beso en la frente y cerró la puerta del armario. Yo me escondí detrás del abrigo blanco, era muy grande y me ocultaba perfectamente, nadie me podría ver allí escondida, pero desde mi posición yo sí que podía ver qué pasaba fuera. Cuando iba a empujar la puerta para poder ver, alguien entro en la habitación abriendo la puerta bruscamente. El pulso me iba a mil y tenía miedo, sentía el pánico correr por mis venas como si fuera veneno. Entreabrí la puerta y pude ver a mis padres abrazados en un rincón de la habitación, como si intentaran protegerse mutuamente. Frente a ellos habían dos personas, altas, ni delgadas ni gordas, por su silueta adiviné que eran dos chicos. Un destello plateado me llamó la atención… sostenían un machete cada uno. No podía ser cierto ¡no podía! Hablaban de cosas que no podía oír. Ahora estaba segura de que mis padres hablaban bajito a propósito, para que yo no les oyera.
Vi como mi padre dijo algo que no les gustó, ya que en ese momento ellos se movieron y mientras uno cogía a mi padre otro cogía a mi madre. Dijeron algo en voz baja y seguidamente le hundieron el machete a mi padre en el corazón. Mis ojos no podían creer lo que veían. Solo se oyó el grito de mi madre. De mis ojos salían lágrimas sin parar y quería salir y quería gritar, pero no podía, la voz no me aparecía y le había jurado a mi madre no moverme. Un momento después le dijeron algo a mi madre pero ella negó con la cabeza mientras lloraba y gimoteaba. Entonces la apuñalaron a ella. La última mirada de mi madre fue para mí. Cuando cayó al suelo me miró directamente a los ojos, fue una mirada que me atravesó de parte a parte. Una mirada llena de amor, dolor, angustia, cariño…

En ese momento volví a la realidad, eran las cinco de la mañana. No tenia sueño y aunque mañana era sábado me obligué a dormir, había sido una noche muy, demasiado, larga.

Bip, bip, bip… bip, bip, bip… Puto despertador. Me levanté cabreada y cogí el móvil con la mano, lo miré y lo lancé lejos, por suerte para mi, cayó encima de la ropa que usé ayer. Me levanté de la cama y fui a por el móvil. Joder las once de la mañana, con un poco de suerte llegaba al almuerzo. Me vestí rápidamente con unos vaqueros pitillo y una camiseta negra de manga corta. Estaba peinándome cuando oí que me llamaban desde el pasillo.

- Ariadna, abre – oh no, esa voz de niña pija solo la tenia ella.

Me fui rápidamente a abrir, le tenía que aclarar un par de puntos.

- Mira niñata de mierda, abriré si me da la gana ¿te enteras? – le dije mientras abría.
- Si, si lo que tu digas bonita.
- Entra Irina. – la empujé adentro y cerré la puerta.
- ¿Pero de qué vas?
- No, la pregunta es de que vas tú, imbécil. No, ahora te callas y me dejas hablar – le dije cuando vi que abría la boca - ¿sabes lo que les pasa a los que se interponen en mi camino?

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