IMPORTANTE

La entrada que esta entre el 6 y el 7 capitulo tambien es un capitulo! es como la sgunda parte del 6.

jueves, 13 de mayo de 2010

CAPITULO 6

- ¿Ariadna? – su voz denotaba un matiz de prisa, preocupación.
- Claro que soy Ariadna, Charlie.
- ¿Dónde coño te has metido toda la semana? – vale, su voz ahora era furiosa.
- ¿Cómo estas Ari? Yo muy bien, Carlos gracias ¿Y tú? - ironicé – estaba en el hospital – terminé secamente.
- Lo siento… ¿Que te ha pasado?
- Nada, solo tuve un virus, vómitos y eso.
No me gustaba mucho mentirle, después de todo era mi novio, pero esta vez era necesario, no quería imaginarme la que se montaría si se supiera lo que había ocurrido. No, definitivamente no tenía que saberlo.
- Joder, siento lo de antes ¿Vale? Llevamos toda la semana intentando localizarte y no podíamos, estábamos preocupados.
- Tranquilo, no pasa nada – a veces era un gilipollas, a veces un cielo – siento no haberos avisado.
- No te preocupes, yo los avisaré. Oye, ¿Crees que podríamos vernos hoy? Tengo muchas ganas de verte.
- ¿Sitio y hora?
- A las once y media en la plaza que está dos calles arriba de casa Ángel, pasaré a por ti en la moto.
Hablamos de cosas sin importancia, hablamos de lo que había pasado esa semana. Un chico de La Banda había sido arrestado por tráfico de drogas, al parecer llevaba unas cuantas pastillas de éxtasis encima, que inútil, ni siquiera sabía dónde esconder la droga.
Cuando colgamos me dedique la mayor parte de la tarde a re-ordenar mi habitación y sacar las cosas de debajo de la tabla suelta del suelo, por suerte me había dado cuenta de que existía esa tabla hacia cuatro años, ahí era donde guardaba las cosas más importantes que no debían estar a la vista. Iba a dejar unas cosas en el baño cuando al entrar me quedé clavada en el suelo mientras mi mirada recorría todo el sitio. Los cristales rotos y mojados de sangre que deberían estar en el suelo no estaban, pero el espejo que había encima del lavamanos seguía roto por el puñetazo que di en un momento de rabia antes de todo. Los recuerdos volvieron a mi mente perturbándome, el dolor y la angustia que había sentido eran muy fuerte. Sacudí la cabeza intentando que desapareciera todo, pero no era tan fácil… Aquel momento que semanas antes había sido mi mayor deseo ahora era mi peor pesadilla, que irónico.
Pasé de la cena, no quería soportar murmullos y comentarios a mí alrededor. Fui a darme una ducha de agua caliente para relajarme y no pensar. Cuando salí faltaba media hora para las once, joder que rápido pasaba el tiempo. Me sequé el pelo y me puse lo primero que pillé del armario; unos pitillos, una camiseta de manga larga roja y unas converse negras. No pensaba maquillare ni vestirme elegantemente, seguramente nos iríamos a la fábrica abandonada donde solíamos vernos los de La Banda. Miré el reloj, once y cinco.
Rogando no encontrarme a nadie abrí la puerta, recorrí los pasillos y crucé el jardín trasero hasta colarme entre arbustos y encontrar el agujero todo con sigilo. Una vez lo hube cruzado miré a todas partes asegurándome de que no me hubiera visto nadie y eché a correr, llegaba tarde. Crucé calles y calles a toda prisa, tantos días sin moverme de una cama me habían pasado factura. Solo faltaba una calle para llegar cuando sentí gotas de lluvia caer sobre mí, pero las ignoré, entrecerré los ojos y seguí corriendo sin detenerme, echaba de menos a Carlos, sus besos, sus abrazos y su forma de ser tan… tan… tan de él. Y entonces le vi, allí estaba.
Apoyado en su moto en pose de chungo, su chupa negra que tanto me gustaba y sus gafas de sol, que llevaba a pesar de que era de noche, detrás de las cuales se escondían unos ojos negros como la más oscura oscuridad. Al verme sonrió de lado y se enderezó mientras que abría los brazos en cruz esperando a que llegara a él. No lo dudé y corrí más rápido hasta llegar hasta él, le pasé los brazos por el cuello y él me abrazó por la cintura. Nos fundimos en un beso. Nos separamos en unos minutos, pero no dejamos de abrazarnos.
- No sé qué haces pero cada vez te veo más buena – bromeó.
Reí y le di una colleja. Nos montamos en su moto y nos pusimos en marcha. Cruzando calles sin parar, a toda velocidad, casi volábamos. No había mucha gente por la calle, el día siguiente era miércoles, había que trabajar. Fuimos alejándonos mas y mas del centro de Barcelona hasta llegar a las afueras, a una calle en concreto llena de casa viejas y fabricas abandonadas y cerradas hacía ya tiempo. Nos detuvimos ante una fábrica de aspecto nostálgico y tétrico, pero no me daba miedo, ya había entrado muchas otras veces.
Nos internamos entre las sombras hasta llegar al final donde se encontraba una escalera que daba al piso superior, una vez arriba seguimos andando hasta que escuchamos voces. Antes de llegar hasta ellos ya podía ver la luz débil que los iluminaba, el humo de los porros y cigarros y los gritos y risas que daban. Nada mas oyeron nuestros pasos se giraron en actitud amenazante, pero al vernos sonrieron. Una chica se levantó con la cara seria y se dirigió hacia mí. Yo la miré arqueando las cejas y ella venía toda decidida. Al llegar delante de mí cambió la cara seria por una sonrisa y yo con ella.

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