IMPORTANTE

La entrada que esta entre el 6 y el 7 capitulo tambien es un capitulo! es como la sgunda parte del 6.

jueves, 13 de mayo de 2010

CAPITULO 7

- No Ariadna, no te equivocas. Tenemos que abrir bien los ojos, esos gilipollas nos intentaran coger por separado, si estamos juntos no pasará nada, pero cuando vayáis solos estad atentos, no estamos en momentos buenos para ocultar a fiambres.
- ¿Sabes a por quien irán seguramente? – dijo Raúl.
- Puede que a por los más pequeños de nosotros, puede que a por alguna de las tías o puede que a por cualquiera, no lo sabemos ¿Por qué coño crees que os estamos avisando, Raúl? – le contestó Juanma, otro de los cinco jefes de La Banda.
- Vale joder.
- Bueno, de todas formas si pasara algo y tuviéramos un juicio seguro que los padres de Ariadna podrían comprar al juez con todo el dinero que tienen, ¡ah, no perdón! Si es que sus padres están muertos.

La sangre me empezó a hervir y tanto la cabeza como el corazón me decían que le hiciera todo el daño posible al que había dicho eso, y en esos momentos en concreto mis impulsos eran más fuertes que la razón. Levanté la cabeza y vi que Joel me miraba con una sonrisa maliciosa esperando mi reacción, la cual no se hizo esperar. En menos de un segundo yo ya me había levantado y había caminado rápida y tensamente hasta llegar hasta él, que miraba igual de sorprendidos que todos, rápidamente cerré los dedos de la mano y eché el puño hacia atrás para después poner toda la fuerza posible al dejar caer el puño en su ojo derecho. Él tropezó hacia atrás mientras se tocaba la cara con las dos manos.
- ¿De qué vas, hija de puta?
- Vuelve a repetir eso y te doy otro derechazo directo a tus huevos ¿Queda claro? - advertí – y como vuelvas a nombrar a mis padres… te mato.
Pude notar como Joel tragaba en seco, también pude sentir como las caras de muchos pasaban a la incredulidad, no por lo que yo había dicho, esa amenaza era muy común entre las bandas de la calle, sino por mi expresión y tono de voz al decirlo, lo había dicho demasiado seria y determinada como para que solo fuera un farol.
- ¿Y no le vais a decir nada? Si lo hubiera hecho cualquier otro habríais dicho algo – dijo Joel mirando a los cinco jefes: Tony, Juanma, Marcos, Adrián y Erich.
- No.
- Te mereces ese derechazo y mucho mas – dijo Adrián matándolo con la mirada.
- En todo caso te tendríamos que decir unas cuantas palabritas a ti - zanjó el tema Marcos.
- ¡Siempre la habéis favorecido! - gritó – No soy el único que lo dice.
- ¿Pero qué coño? – me sorprendía que Erich hubiera aguantado tanto tiempo sin meterse – Mira gilipollas de mierda a la próxima ¡te callas la boca si no quieres que te la parta!
- ¡Callaos de una puta vez! - esto se estaba yendo de las manos y si seguía así iba a terminar mal, encima a Erich ya le estaba dando su tic - ¿Alguien tiene algo que decir?
Nadie abrió la boca para hablar, muchos ni siquiera levantaban la mirada para mirar a la cara. Yo seguía parada en medio de todos con Joel enfrente mía y Tony, Erich, Marcos, Adrián y Juanma detrás. Se supone que todos ya estábamos acostumbrados a mis peleas contra Joel, pero esto iba mucho más allá de lo normal, estaba harta de que siempre fuera contra mí y ahora decía que los jefes me favorecían.

- Sois unos cagados. Yo me largo.

Vimos como Joel recogía su chaqueta y desaparecía en la oscuridad mientras apretaba los puños. El ambiente estaba tenso, mucho, y todos me miraban esperando una respuesta de mi parte o simplemente una reacción, aunque posiblemente lo que esperaran fuera una acusación hacia ellos por lo que Joel había dicho “No soy el único que lo dice”. Nadie se movió hasta que oímos el rugido del motor de una moto de marchas, la moto de Joel. No me di cuenta de que Carlos estaba de pie a mi lado hasta que me cogió la mano y me habló al oído.

- Ariadna, ¿Estás bien?
- Perfectamente ¿No me ves o qué?
- No le hagas caso al imbécil de Joel, ya sab…
- Me voy, tengo que ir a mi orfanato – sabía que ahora Charlie diría que me acompañaría y por la cara que ponía no me iba a equivocar – Sola –añadí.

Mientras me alejaba de todos oí como Carlos gritaba que hiciera lo que me diera la gana. Le ignoré. Me perdí entre la oscuridad de la fabrica sintiendo como el frio relajaba mis músculos, mi mandíbula se destensaba y mis puños se abrían. Siempre pasaba algo en cada reunión, ninguna era la excepción. Al salir a la calle miré a derecha e izquierda. Hacia la derecha estaba el camino a mi orfanato. Elegí la izquierda. No quería volver ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario